
02 Mar La Corte Constitucional es la culpable que haya partidos políticos para tirar pa’ arriba
No hay que echarle la culpa al desprestigiado Consejo Nacional Electoral, CNE, por la nueva e equivocada ola de resucitar partidos o movimientos políticos en Colombia, que fueron desapareciendo del escenario político por carecen de votos, en algunos casos justificados como la Unión Patriótica, víctima de un sangriento y pavoroso exterminio de sus candidatos, electores y militantes.
Este jueves Colombia amaneció con 31 formaciones partidarias, lo que no quiere decir que seamos el oasis o modelo de los sistemas políticos en el mundo, por el contrario, significa la crisis profunda del liderazgo de partidos verdaderamente fuertes que agrupen ciudadanos y, además, consoliden y fortalezcan prácticas con verdadero acento democrático.
Por más delanteros que alinee un equipo no quiere decir que meta más goles. Por más partidos políticos que tenga una sociedad no significa que haya más democracia, sino un desorden peligroso pensando más en un negocio lucrativo y todo como consecuencia de la ya muy preocupante falta de credibilidad de los colombianos en las colectividades partidistas, que pierden cada día más legitimidad.
Tras la Constitución del 1991, el país fue sorprendido, hace más 30 años, inicialmente por un fenómeno inusitado de apertura política. El presidente de la época César Gaviria Trujillo lo interpretó con su famosa frase de “Bienvenidos al futuro” y fue tan audaz y exagerada esa coyuntura que de la noche a la mañana el país se llenó o fue invadido por garajes de partidos que llegaron a ascender a las 80 organizaciones de todos los pelambres. Se necesitaba parar el baño de sangre que derramaba la nación.
Esta bonanza no favoreció en nada al sistema, ni al ejercicio y tampoco a la participación política, sino que se formó un despelote en lo electoral, que solo vino a ser corregido con las reformas políticas del 2003 y 2009, que contribuyeron a poner orden a ese estallido partidista y se volvieron a niveles de menos de 10 partidos.
Pero ahora unos 14 años después de remediar esa proliferación de partidos, se vuelve a registrar un nuevo oleaje de surgimiento de personerías políticas por decisión del CNE, pero por culpa de la Corte Constitucional que acaba de abrir un tremendo boquete por el cual se están filtrando resucitadas organizaciones políticas descuadernando otra vez el mosaico electoral colombiano.
Años atrás el retornarle por la vía judicial la personería política a la UP no causó tanto alboroto, porque el país entendió que sus activistas fueron víctimas de un genocidio.
Pero lo que está ocurriendo desde el 2021 raya en lo insólito y es responsabilidad directa y única de la Corte Constitucional.
Y la tronera que se abrió la está causando la sentencia 257 del 2021 mediante la cual se le dio nuevamente oxígeno al otrora Nuevo Liberalismo, que fue muy famoso en la década de los años 80 del siglo pasado al mando del asesinado por las mafias del narcotráfico Luis Carlos Galán.
Pero la historia viene desde atrás, según un detallado análisis que hizo para Panoramapolitico.co el experto en asuntos electorales Guillermo Mejía.
Desconociendo que fue el propio Galán quien canceló la personería del NL para ingresar al Partido Liberal y participar en su consulta interna hacia las elecciones presidenciales del 90, en cuya campaña lo mataron, su esposa e hijos emplearon el mismo método de la UP para recuperar el partido de su esposo y padre, pero el CNE negó la solicitud alegando que Galán, antes de morir, había cancelado la credencial y se aportó dicho documento.
Esa negación fue nuevamente apelada y el CNE se mantuvo en su postura, por lo cual recurrieron al Consejo de Estado, que no les dio la razón a los Galán por lo cual esta corporación fue tutelada, acción que también fue negada, pero fue a parar a la Corte Constitucional, CC, cuya sala de revisión la seleccionó.
Pues mediante la sentencia citada, la CC, se puede decir, cambió o derogó la Carta del 91 al volar en mil pedazos el artículo constitucional 108 y ordenar que no se le podía dar una interpretación exegética, o sea, solo literal sin interpretación, sino que había que tener en cuenta otras consideraciones.
Ese artículo es el que plantea que para que un partido político logre su personería jurídica o reconocimiento legal debe sacar el 3% de la votación válida para el Senado o en la sumatoria de las Cámaras territoriales.
Con esa decisión de la CC entonces se abrió tremendo boquete por el cual se están colando o reviviendo muchos partidos del pasado y ante ello el CNE no puede hacer mucho, sino acatar la osadía de los magistrados constitucionales, toda vez que la sentencia tiene efectos “inter comunis”, es decir, es para todo el mundo.
Bajo esa muy criticable o debatible premisa es que acaban de convertirse en partidos políticos otra vez La Nueva Fuerza Democrática y Esperanza Paz y Libertad. Y para alcanzar el estatus de partido el grupo significativo de ciudadanos Movimiento Ciudadanos de Medellín.
De ese modo ya hoy Colombia presenta la ridícula cantidad de 31 partidos, que son los siguientes y que pueden participar en los comicios territoriales de octubre de este año:
- Liberal
- Conservador
- Cambio Radical
- Mira
- La U
- Polo
- Opción Verde
- Centro Democrático
- Colombia Justa Libre
- ASI
- UP
- Aico
- Mais
- Colombia Renaciente
- ADA
- Comunes
- Dignidad y Compromiso Ciudadano
- Nuevo Liberalismo
- Colombia Humana
- Verde Oxígeno
- Salvación Nacional
- Partido Comunista
- Liga Anticorrupción
- Partido Demócrata
- Partido Ecologista
- La Fuerza de la Paz
- Fuerza Ciudadana
- En Marcha
- Esperanza Paz y Libertad
- Movimiento Independientes
- Nueva Fuerza Democrática
La importancia o trascendencia de alcanzar la personería jurídica no solo radica en que estos partidos puedan avalar candidatos, sino que pueden acceder inmediatamente a la financiación estatal, pero lo que muchos no saben es que el rubro para esto en el presupuesto de la nación no aumenta con el crecimiento de la cantidad de partidos, sino que los recursos para esa financiación son los mismos para todos. Eso quiere decir que entre más partidos menos plata para todos.
Y todo esto se complica aún más con la enorme inscripción de grupos significativos de ciudadanos para recoger firmas de candidatos que no creen en los partidos y les van a competir y fuerte.
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