30 May El pueblo no solo habló, sino que estornudó y fuerte
La siempre amada y querida amiga y colega Gloria Gómez nos envió el titular de la BBC Mundo sobre los resultados de las elecciones presidenciales en Colombia y lo dice casi todo:
“Un huracán electoral que barrió a los políticos tradicionales (incluido el uribismo)”.
Y ese titular no está alejado del de Panoramapolitico.co que nos lo dio, sin querer queriendo, Fico cuando dijo que el pueblo habló, pero se quedó corto, porque no sólo habló, sino que gritó, exclamó, exigió, ordenó y estornudó.
Las urnas este domingo 29 de mayo sí que fueron las verdaderas encuestas, aunque en honor a la verdad las mediciones estadísticas políticas que se hicieron a lo largo de la campaña no se pifiaron del todo, se salvaron y se acercaron mucho a la contundente realidad que arrojaron los más de 21 millones de votos, para fortuna de Colombia el mayor guarismo electoral en su historia de 203 años como nación, que fortalece su democracia y la imagen como país ante el mundo.
Antes que cualquier evaluación a lo ocurrido en el campo electoral, Colombia salvó, al menos en esta primera vuelta presidencial, su sistema político por imperfecto que sea, sus instituciones y lo que vendrá en el inmediato futuro será motivo de otras reflexiones y análisis.
Por ahora comenzar diciendo que, pese al peor registrador nacional en muchos años, la Registraduría sobrevivió como entidad por la muy rápida y oportuna entrega de los resultados, que dilucidaron con prontitud el desenlace de la expectante y nerviosa primera vuelta. Queda la duda que no hubo auditoría internacional, pero nadie se quejó, como en un partido de fútbol, del árbitro en este caso la Registraduría en su función electoral.
Entonces a salvo la democracia y la Registraduría y no el pésimo registrador, el elector y sus votos del 29 de mayo produjeron un impresionante timonazo, viraje, cambio y revolcón que apenas se están asimilando, las consecuencias son mayúsculas, del tipo de la destrucción que deja a su paso un tsunami, en este caso en el campo electoral de Colombia.
Y sin ponerle misterio los colombianos castigaron con todo al gobierno de Iván Duque, a su partido el Centro Democrático y a los Partidos Liberal, Conservador, al Partido de la U, a Cambio Radical, los grandes derrotados de la jornada electoral y que han venido manejando al país.
Garrotazo en toda la cabeza a los expresidentes Álvaro Uribe, César Gaviria y Andrés Pastrana. Para no seguir metiendo el dedo en la llaga concluyamos que el Partido Liberal del Gaviria de Pereira quedó moribundo. Hizo el oso y el ridículo.
Es decir, la política tradicional colombiana, los políticos que han dominado la escena nacional de los últimos 20 años, quedaron eliminados de la competencia de poner nuevamente presidente en uno de los países más asfixiante en presidencialismo.
La gente se cansó, se venía venir una reacción y ese domingo pasó por las urnas un verdadero Huracán y no dejó nada en pie. Tanta corrupción, tanto descaro, tanto malestar, tantas equivocaciones, tan mala imagen y los dos candidatos del establecimiento político Fico y Fajardo quedaron noqueados en las urnas. Irónicamente los dos antioqueños.
Fico porque nunca pudo salirse de ser candidato del continuismo y siempre lo identificaron con la clase política desgastada. Fajardo, aunque sus costosos asesores o maquilladores lo volvieron mejor candidato, nadie le creyó y menos a la propuesta de esperanza de sus amiguitos Juan Fernando Cristo, los Galán, Jorge Robledo, Carlos Amaya, etc. que fueron aplastados en las urnas.
Fico siquiera sacó cinco millones y podrá insistir en la política y elecciones regionales del próximo año en Antioquia con sus 1.3 millones para la Gobernación y sus 600.000 sufragios para la Alcaldía, lo que tampoco será igual. Pero a Fajardo le impartieron el acta de defunción electoral nacional.
Como dice el buen señor y político del Suroeste, Adolfo León Palacio “fue un estornudo de catarsis que expulsó un taco monumental y liberador”.
Tras quedar regados a la vera del camino cerca de 80 candidatos que se apuntaron en el último año a la jefatura del Estado, quedaron dos para el embalaje final en la meta electoral del próximo 19 de junio.
Y los resultados arrojaron dos pugilistas de dos extremos ideológicos. En una esquina la izquierda petrista y en la otra la verdadera derecha colombiana. Ninguno con origen en la política tradicional por lo cual el cimbronazo telúrico fue de 10 grados en la escala de Richter.
Petro viene haciendo política desde el año 1986 cuando fue elegido por primera vez como concejal de Zipaquirá y tras su accionar insurgente, canazos y torturas, sobrevivió para llegar en los años 90 a la Cámara, luego al Senado, hace 10 años a la Alcaldía de Bogotá y desde el 2010 buscando ser presidente en tres oportunidades.
Rodolfo Hernández surgió de la nada aniquilando a los políticos de Bucaramanga, donde lo eligieron alcalde hace escasamente seis años atrás y ahora puede provocar tremenda sorpresa política si gana la conducción del Estado. Y no es un imposible.
Este ingeniero mal hablado, chabacano, simplista, grosero, vulgar, amigo del nazismo, sin propuestas claras de gobierno, atípico y sin molde, pero con un discurso que le llegó al pueblo cansado de los desprestigiados Duque, Uribe, Pastrana, Gaviria, Vargas Lleras tiene sudando a la campaña petrista que no contaba con este extraño pero peligroso rival electoral, que como los caballos y los ciclistas que van de atrás hacia adelante, suelen ganar al final.
Entre los dos sumaron quince millones de votos y como en total van más de 21 millones, quiere decir que seis millones de electores el pasado domingo serán los decisivos dentro de tres semanas, en el repechaje final.
Ahí está el dilema para Petro y Rodolfo. El primero para conseguir más de dos millones y el segundo la bobadita de seis millones de sufragantes.
Irónicamente esos seis millones de colombianos votaron por los candidatos perdedores, sobre todo los cinco millones por Fico y los 800.000 por Fajardo más los otros poquitos, pero no despreciables de los otros dos coleros.
Cómo harán Petro y Rodolfo para que esos votos los apoyen en segunda ronda, ahí está la pregunta del millón de dólares.
El ingeniero de 77 años tiene que ingeniarse una estrategia de atraer a esos votantes, pero no a quienes representan. Cambiará su pobre pero efectivo discurso populacho pero perdería parte de su encanto ante sus actuales adeptos, se acercará a los políticos que tanto insulta, a los congresista que se sienten amenazados de quitarles los carros, el celular, de rebajarle sus 34 millones de pesos de salario y quienes son dueños de muchos de esos seis millones de votos en las regiones o será que para la Presidencia el elector no se siente tan amarrado por su legislador o patrón político y escoge libremente su opción presidencial.
Coherente con su Liga de Gobernantes contra la corrupción, Hernández está diciendo que su única alianza es con los colombianos, pero gústele o no tendrá que salir a buscar esos votos a sus dueños, no le queda otro camino.
Sobre Petro hay que preguntar si esos decisivos cinco millones de votos por Fico todos son antipetristas o conseguirá algo de los 800.000 votos del alicaído fajardismo. Tremenda encrucijada la del exguerrillo. Está a dos millones de votos de la presidencia, pero no se ve claro el cómo.
La vieja y desprestigiada política decidiendo el futuro o modelo de cambio en Colombia con Petro y Rodolfo. Hasta puede pasar como suele ocurrir en el país que todo cambia para que nada cambie.
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