19 Abr La frontera con Venezuela cerrada, pero las trochas abiertas
Por el paso o viaducto hacia Ureña a Colombia y Venezuela en toda la mitad del puente las separa, las divide y las fractura una ya muy usadas vallas de Migración Colombia.
Es domingo de ramos católico y algunas personas pasan caminando la frontera, pero son tan pocas que contrasta totalmente con los fabulosos años en que la frontera entre ambos países era un hervidero humano de lado a lado, promovido por el activo comercio y las relaciones bilaterales.
Llego hasta las vallas e intento seguir hacia Venezuela. A unos metros adelante se encuentran dos efectivos de la guardia bolivariana, paro y sacó el celular para tomar fotos. Pero inmediatamente un funcionario de Migración Colombia me advierte que no capte el panorama tan melancólico que se observa desde el lado venezolano, sino detrás de las vallas en territorio colombiano, para evitar un incidente fronterizo.
Acato la sugerencia del personal de migración y me devuelvo a suelo nacional, tomo fotos hacia Venezuela y decidido cancelar la corta caminada hacia Ureña porque los guardias no me quitaban la mirada. Por seguridad y miedo se frustró mi primera incursión al vecino país. A algunas personas las paraban, requisaban o les pedían identificación.
Nunca había estado en la zona fronteriza entre ambos países, en inmediaciones de Cúcuta a donde había ido por una amable invitación de mi hijo y su esposa a visitar y pasar la semana santa con sus suegros.
La suegra, doña María Eugenia Ramírez, es una antioqueña de Cocorná casada con el nortesantandereano Jorge Chávez, el apellido más célebre en las hoy muy tristes relaciones entre Colombia y Venezuela.
Ambos relatan con nostalgia innumerables historias del antes y del presente de la situación binacional, que se deterioraron por el cambio en el régimen político de los venezolanos al pasar de ser unos soberbios y creídos capitalistas a lo gringo suramericano, producto de su petroleodependencia, a ser hoy un país con una burda copia del socialismo cubano, sostenido por politizados militares.
“Venezuela ha sido siempre desde Páez en el siglo XIX un país con total influencia militar, con algunos asomos o remedos democráticos, que tumbaron hace más de 20 años atrás Chávez, Maduro, Cabello y sus fuerzas militares”, recordó alguna vez en uno de sus escritos el abogado electoral Guillermo Mejía.
Doña María Eugenia rememora el intenso comercio en Cúcuta y que palpaba desde su trabajo en uno de los almacenes del ”Hueco” de esa ciudad, un inmenso centro comercial popular denominado Alejandría, en todo el centro de la ciudad, en el que la mayoría de los comerciantes son de origen antioqueño y concretamente y no es nada raro de El Santuario, Marinilla, San Vicente, Rionegro y otros municipios al Oriente de Medellín.
Hasta el local en donde laboraba llegaban encopetadas damas venezolanas que adquirían gran cantidad de mercancía de productos para uso femenino.
Entre tanto, don Jorge recuerda como tanqueaba de barato en las estaciones de gasolina de San Antonio y de Ureña, bombas que no existían en Cúcuta, porque simple y llanamente no era un negocio rentable del lado colombiano.
Y además su última niña Natalia participaba de los intercambios educativos binacionales. Un grupo de estudiantes colombianos viajaba durante varios días a San Cristóbal y de allí llegaban a Cúcuta alumnos venezolanos.
Eran otros tiempos que recuerdan con mucha nostalgia, reclamando que se vuelva a reactivar la otrora vivaz frontera, porque dicen con mucha lógica que Colombia y Venezuela nunca se van a mover de ahí y debe haber una solución pese a las diferencias en sus sistemas de gobierno.
Ese es el mismo pensamiento del exconcejal de Cúcuta y actual diputado conservador nortesantandereano Emerson Meneses, casado con la hija mayor del matrimonio entre doña María Eugenia y don Jorge, la ingeniera Marcela Chávez.
Con este político, al que le tocó abrirse paso a voto limpio en la no fácil arena partidista y de lo público de su región, conversó el periodismo de Panoramapolitico.co sobre el diagnóstico de cómo se vive hoy en la frontera y las soluciones que plantea la dirigencia de Norte de Santander al centralismo gubernamental bogotano para que vuelva a aflorar el comercio y muchas otras actividades que se esfumaron por los agarrones entre el uribismo y el chavismo.
¿Diputado Meneses cuál es la situación o el impacto que vive Cúcuta y Norte de Santander por el cierre de la frontera con Venezuela y la interrupción de las relaciones entre ambos países?
Estamos a Merced de las bandas criminales que operan a lado y lado de la frontera. Los puentes están cerrados para la gente de bien, pero las trochas (más de cien y contando) siguen activas y por ahí se pasa desde un alfiler hasta un galil.
¿Y cuál es la propuesta concreta de la clase dirigente de Norte de Santander para reactivar las relaciones bilaterales, piensan distinto al Gobierno central?
El Gobierno Central se hace el de la vista gorda Nacho. Dicen que tienen cerrada la frontera, pero los tres puentes y cómo le dije, la frontera no son esos tres puentes. Necesitamos que el Gobierno Nacional se siente con el Gobierno de Venezuela, legítimo o no. Estados Unidos habla con ellos, Biden habla con Maduro. Si hacemos lo mismo, Venezuela miraría con otros ojos la frontera y las condiciones de seguridad mejorarían. Cúcuta ha estado, está y estará en la frontera con Venezuela, somos una frontera comercialmente activa y no podemos hacer otra cosa que implorarle al Gobierno Nacional que no nos dé más la espalda. Que busque o genere las condiciones necesarias de entendimiento para que revisen la situación y garanticen la seguridad en la región.
De otro lado, el diputado Meneses quedó de averiguar cuál es la causa para la demora, parálisis o abandono del contrato de restauración del monumento y la zona histórica en el templo Museo donde el año pasado se llevaron a cabo los actos de celebración en Villa del Rosario de los 200 años de aprobación y promulgación de la Constitución de 1821 que dio origen a la Gran Colombia tras la derrota de los españoles.
Esta obra está a cargo del Ministerio de Cultura y tras más de cinco meses los trabajos de conservación y embellecimiento de este sitio público y patrimonio histórico no avanzan.
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