
12 Abr Calenturas políticas de Antioquia y de Medellín.
Fuego, ardentía, ardor, enardecimiento, encendimiento, exaltación, acaloramiento, excitación, prendimiento son los sinónimos de la calentura en que lamentablemente está sumida la política regional y sobre todo la de Medellín, en medio del pánico y zozobra que existe por la increíble e inesperada velocidad de contagio de esa malanga asesina del covid, contra el cual debería estar concentrada en su totalidad la atención y el interés de los políticos y de la dirigencia pública, y no enfrascados en el tenaz bonche que fractura la armonía de la ciudad y en muchos casos a la región. Medellín sigue siendo un cuadrilátero y un mal ejemplo para Colombia. Y qué bochinchera tan cansona y larga. Claro que otros dirán que son vainas de lo mejor que tiene la democracia para funcionar: gobierno y oposición. O como dice mi mejor amigo, pero que se enoja por todo, si usted en política tira, pues espere que le tiren. Eso no falla.
Pues comencemos con la pelotera o mejor con las calenturas:
– Pero antes de adentrarnos a lo netamente político, digamos que la peor calentura la está originando ese peligroso covid, que el domingo pasado nos mató a uno de los mejores referentes del hoy periodismo pensionado, al que ya pertenezco, como será eternamente Rodrigo Pareja Montoya. Políticamente fue junto a José Roberto Jaramillo el primer redactor político del inolvidable periódico El MUNDO. Y como periodista escrito fue impecable en la redacción de los textos en los dos grandes campos de esta profesión: la información y la opinión. Pero además fue un ameno periodista radial hasta el año pasado con su espacio “noticias por Parejo”. Cuando comencé en estas bregas despuntando la década de los años 80, Rodrigo era el jefe de Comunicaciones de la Gobernación de Antioquia y sus boletines de prensa diarios eran no solo toda una clase de excelente escritura, sino también del enfoque y la valoración periodística. Rodrigo se va a encontrar en la eternidad con su gran amigo el Gordito Jorge Gómez Vieira, con quien formó una gran pareja de amigos para escribir de carreras de caballos, y apostar también, igualmente de música, sobre todo de tangos, de toros, de los placeres. Conmigo siempre tuvo el cariño y respeto de llamar a consultarme sobre situaciones de la política parroquial, para la elaboración de sus columnas de opinión, que eran muy bien escritas. Era tenaz con los temas de la política y lo público. Rodrigo fue un tremendo periodista y hoy junto a Jairo León García, Martica Hoyos y el Nopita de Nolberto Puerta, para no citar a muchos otros colegas del periodismo pensionado, con los que el domingo lloramos, estamos muy consternado y nos invade la conmiseración. No me queda más que decir, eternamente Rodrigo. Qué zozobra y que pánico ser protagonista de una pandemia tan invisible y asesina. Qué miedo. Y el DIM prácticamente eliminado. Qué pereza.
– Ahora sí a lo que vinimos. Las calenturientas situaciones políticas. Y claro la primera tiene que ver con la renuncia esta noche del lunes 12 de abril del gerente de EPM, Alejandro Calderón, mediante carta que el alcalde Daniel Quintero publicó en su cuenta de tuiter. Sobre este caso y lo que está pasando en la ciudad, la mejor interpretación se la escuché al congresista Nicolás Albeiro Echeverry, quien dijo que el alcalde es víctimas de un tenaz cerco oposicionista político, empresarial y de otros poderes que han dominado a la ciudad, contra los que el mandatario se ha enfrentado rompiéndose la armonía en Medellín que ha sido ejemplo nacional. Y que, por eso, la persona que el alcalde nombre en EPM sería inmediatamente escudriñada y le buscarían todos los reparos posibles. Eso le ocurrió a Calderón. Pues le tengo la solución y sigo proponiendo que los mejores o más adecuados candidatos para EPM son Eugenio Prieto Soto o Carlos Alberto Atehortúa Ríos, quien por estos días anda enfermoso. Y no es covid.
– y pasemos al caso del senador Julián Bedoya. En pasadas notas que hemos estado titulando los “secreticos de la política” recalcamos sobre el largo y enigmático silencio de este congresista liberal antioqueño, y además vigente abogado, en la actual campaña prelectoral, lo que nos ha llevado a insinuar que no aspiraría a repetir curul. Y de verdad es completo el hermetismo de Bedoya, mientras que de todos los demás candidatos al Congreso por esta región se conoce algún detalle. Pero inesperadamente el pasado domingo repuntó este político. Y no precisamente por asuntos electorales, sino por el gasparín que lo acosa desde el 2019, el grado de abogado en la U. de. M., de la cual dicen que alguien está metiendo las patitas al mentirle a la prensa fajardista y después a la otra que dizque le fue anulado el título de abogado al citado senador. Tremenda embarrada. Usando a la prensa con la estrategia del Estado de Opinión para impactar.
– Desde el mismo domingo advertimos, alertados por expertos, que un Consejo de Facultad y hasta una universidad no pueden anular un título ya otorgado a una persona, sin antes mediar una decisión judicial que la determine. En este caso el Consejo de Estado ante el cual debe acudir la universidad o terceras personas, pues esa corporación ya tiene jurisprudencia en estos casos, aunque ya viejita, pero de todos modos muy viva o vigente.
– Y ojo a lo que dice la jurisprudencia de esa corporación judicial: Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Primera, magistrado ponente Ernesto Rafael Ariza Muñoz. Según expediente # 2710 de 1994 ha dicho: “Indudablemente existen actos expedidos por las instituciones de educación superior, sean privadas u oficiales, que, por ser consecuencia del ejercicio del cumplimiento de una función administrativa, la de educación, tiene el carácter de administrativos y por lo mismo son susceptibles de enjuiciamiento ante esta jurisdicción”. Más gallo no canta un claro. Jijijiji. Mejor dicho, Julián Bedoya sigue siendo abogado hasta tanto un fallo judicial en su contra no diga lo contrario. Y el tal proceso disciplinario de la Facultad de Derecho de la U. de M. es simplemente una prueba más en todo este rollo. Y los periodistas de los “querubines fajardistas” salieron en manada dizque a sacar pecho o a cobrar. Definitivamente el fajardismo es pésimo administrando. A consultar Google como su mesías.
Y pilas. Abogados, que ironía, dicen que las sanciones a profesores o directivos de la Facultad de Derecho de la U. de M. por el bendito título de Julián Bedoya no le corresponde al tal Consejo de Facultad, sino al decano, al rector o a la jefe de Relaciones Laborales o de Talento Humano. Pero además mediando el debido proceso, que según algunos de los afectados no se habría cumplido a ley.
– Dejemos el caso de Julián Bedoya y pasemos a otra calentura que está bien fresquita y que es otro garrotazo para el suarismo conservador de Bello. Está súper hirviente, que echa humo la curul del buen diputado bellanita Juan Camilo Callejas Tamayo, una de las promesas o prospectos de esa tendencia o equipo político y a quien le molesta que le digan casa o clan Suárez, cuando han actuado como un verdadero clan familiar político. Pero ese no es el asunto, es peor. El Tribunal Administrativo de Antioquia acaba de anular en primera instancia la elección como diputado de Callejas Tamayo por doble militancia, pues no apoyó en Abejorral al candidato conservador, sino al aspirante de Aico. Así las cosas, a defenderse ante el Consejo de Estado y cómo cuesta eso en Bogotá. Le pasó lo mismo que a Carlos Zuluaga. Las fotos que se ven en la sentencia son una evidencia muy tenaz. Muy sanos y que papayazos dan. Lástima porque Callejas es buen tipo, pero que ingenuidad. Qué lío en el que se metió.
– La siguiente calentura es la mía, pues el agudo lector y tenaz abogado electoral Martín Cardona me pilló un error en el pasado panoramapolitico.co y tiene toda la verdad. Me despalomé al decir que si Leiderman Ortiz, a quien le anularon su elección como alcalde de Caucasia, se vuelve a inscribir como candidato a los comicios del 6 de junio y sale electo, corre el riesgo que lo vuelvan a demandar esta vez por pérdida de investidura, lo que es incorrecto, pues los alcaldes y gobernadores no son corporados, sino ejecutivos. Entonces, lo correcto es que sería demandado para que le anulen otra vez la elección.
– A propósito de lo anterior. El propio abogado electoral Martín Cardona no comparte los argumentos de los abogados que andan con el cuento que Leiderman Ortiz se puede otra vez volver inscribir como candidato a la alcaldía, pese a que le anularon recientemente su elección para ese cargo. Al respecto dijo: “cuál es el sentido de dos decisiones adversas del juez especializado que te prueba que estaba inhabilitado para que ese mismo juez te autorice a participar en el proceso atípico dentro del mismo período? Eso sería como premiar a Ortiz.
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