Que los CMJ no sean otra demagogia más de los políticos

En los últimos tiempos, dos o tres años atrás, y debido a las durísimas agitaciones colombianas en lo político, lo público, lo social y económico, una de las palabras que más ha resonado en la vida nacional es la de: los jóvenes.

Hoy resulta que todo el estamento estatal está preocupado por el futuro de los jóvenes colombianos, como consecuencia de la cada más creciente inconformidad de los muchachos por lo que está ocurriendo en Colombia, por ser una de las naciones más desiguales del planeta, por la falta de oportunidades, por la descarada corrupción con los recursos públicos, por todos los líos para estudiar, por los fenómenos de violencia que les ha costado la vida a muchísimos jóvenes, por los falsos positivos y las desapariciones, por el crítico desempleo, por el cierre y los obstáculos en la participación democrática.

En fin, el destino de hombres y mujeres en Colombia menores de 28 años no es claro y no es alentador. Hay muchos interrogantes y muchas carencias, pues a los jóvenes lo tildan de ser uno de los sectores de mayor abstención y apatía electoral y política.

Ante esa gravedad en el panorama juvenil, el Estado vuelve y juega ahora con una convocatoria nacional de llamar, a nada menos, a una gran elección de los llamados Consejos Municipales de la Juventud, los CMJ.

Las experiencias anteriores de los CMJ, que se constituyeron a principios de este siglo, no fueron nada positivos como lo recuerda el presidente saliente del Concejo de Medellín, Jaime Cuartas, quien es quizás con Federico Gutiérrez y Lucas Cañas, de los poquitos CMJ al inicio del siglo 2021 en Medellín que lograron trascender en el campo de lo público y en el culebrero camino, con muchas trampas, de lo político.

Para Cuartas hay más teoría que práctica en esa figura que la presentan como una instancia de asesoría y consultoría de los alcaldes, pero que según lo vivido por él como consejero municipal de la juventud en la ciudad pocas fueron las bolas que le pararon.

En su concepto, los integrantes de esos organismos deben actuar más desde sus propias vivencias en sus instituciones educativas, barrios, veredas o corregimientos develando y buscando ayuda a los variados problemas que los aquejan, que son muchos, como delincuencia, drogadicción, violencia sexual, embarazos no deseados, falta de cupos educativos, difícil acceso a la educación superior, entre otros.

Con Cuartas está totalmente de acuerdo el abogado conservador Lucas Cañas Jaramillo, quien coincidencialmente lo sustituirá en la presidencia del Concejo de Medellín en el 2022 y quien también fuera CMJ de la ciudad.

Y comparte sus tesis porque Cañas Jaramillo también fue muy poco lo que pudo hacer por los jóvenes, pues fue contundente en decir que a esos Consejos Municipales de la Juventud les falta muchas herramientas y paticas para llegar a ser efectivos en la práctica y en la realidad.

De todos modos, este domingo habrá elecciones en todo el país de CMJ y de entrada llamó la atención que se inscribieron casi 45.000 pelaos, sardinos y jóvenes   entre los 14 y los 28 años como candidatos y que el potencial electoral ascendió a doce millones de posibles jóvenes electores.

Será muy interesante constatar este domingo cuántos jóvenes votan hoy por las listas que se inscribieron por partidos políticos, organizaciones de juventudes y por firmas o en forma independiente.

Pero lo más interesante es que el Estado, que invierte gran cantidad de recursos en este esfuerzo que quieren hacer ver de muy democrático, no termine luego engañando a los jóvenes con CMJ totalmente inoperantes.

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