
24 Nov La cosecha sangrienta del Suroeste
Dolorosa y preocupante la paradoja del Suroeste antioqueño. Al mismo tiempo que se adelanta la recolección de la cosecha de café de finales de año, tiempo se lleva allí otra recolección, pero macabra, de cadáveres por la increíble cosecha de masacres en una de las subregiones de Antioquia, pese a algunos fenómenos de alteración del orden público en el pasado, más tranquilas de este territorio.
Aunque el Suroeste, sobre todo el lejano, tuvo presencia de guerrilla que llevó al surgimiento de grupos paramilitares o de autodefensa en la década de los años 90, la situación de la región cafetera de Antioquia no se podía asimilar con los dolorosos y sangrientos hechos violentos que han tenido que soportar el Occidente y Urabá, el Bajo Cauca y el Nordeste, o el Magdalena Medio y el Oriente lejano.
Pero hoy las repetidas matanzas en municipios muy tranquilos del Suroeste, en los cuales no solían ocurrir esos crímenes múltiples, nos llevan a recordar las advertencias y alarmar que hicimos sonar en febrero, antes de la declaratoria pandémica, cuando esta columna se escribía en el periódico EL MUNDO, con las fotos y las denuncias de unos empresarios que fueron por negocios a Ciudad Bolívar y les tocó presenciar la soledad de sus calles y parque principal un viernes a las 7 de la noche (foto), producto del miedo de sus habitantes a ser víctimas de una grave situación de inseguridad, que su alcalde y comandante de policía no querían aceptar con rectificaciones, pero que después la propia realidad se les vino encima con duros hecho violentos que obligaron a urgentes consejos de seguridad.
Pues lamentablemente el siempre ameno Suroeste es hoy protagonista de una cosecha de víctimas como lo plantea el diputado Andrés Guerra, al calificar de dolorosa la pavorosa masacre en Betania, la cuarta cometida en el Suroeste, subregión con 23 municipios, toda vez que entre junio y noviembre se han presentado las matanzas de Ciudad Bolívar, Andes y Venecia.
En su concepto la razón de estas masacres son la disputa del territorio y por controlar las plazas de vicios en la cosecha cafetera que va hasta diciembre. Además, el corredor del Suroeste es primordial y estratégico porque conecta con el Chocó, el Pacífico colombiano y con el Río Atrato que es una autopista fluvial, que buscan controlar para mantener la salida del negocio ilegal por esta región hacia el mundo.
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