
24 Jun Familia Gaviria Correa no participará en acto de la JEP en Caicedo: No hay justicia.
Por no compartir la decisión de la JEP de calificar simplemente como una acción de canje de prisioneros el secuestro por las Farc de Guillermo Gaviria C. y de Gilberto Echeverri M., lo que minimiza la atrocidad y la violencia terrorista del hecho, la familia Gaviria Correa determinó no concurrir este martes a un acto de la Jurisdicción Especial para la Paz en Caicedo, Antioquia.
En tal sentido, los hijos y hermanos del gobernador Guillermo Gaviria Correa en una declaración pública explican el por qué no asistirán a la audiencia de reconocimiento de las Farc a los crímenes cometidos por esa guerrilla contra la Noviolencia y esa comunidad.
Igualmente lamentan la falta de justicia, el regreso del miedo y la posibilidad de que los responsables no reparen.
La decisión está consignada en la siguiente y enfática declaración de dicha familia, para que haya una reflexión más profunda sobre la gravedad de lo ocurrido con ese accionar de las extintas Farc:
Declaración Pública de los hijos y hermanos de Guillermo Gaviria Correa
Medellín, 20 de junio de 2025
La Jurisdicción Especial para la Paz nos ha informado que este martes 24 de junio presidirá, en el Municipio de Caicedo, Antioquia, un acto de reconocimiento de culpabilidad de parte de las FARC en el marco de la investigación del macro caso 01, frente a las víctimas de secuestro con pretensiones de canje y de acciones de control territorial por las Farc. Nos ha convocado en tanto familia víctima del secuestro y asesinato del gobernador de Antioquia y líder de Noviolencia en Colombia, Guillermo Gaviria Correa.
Entendemos, por el Auto de Imputación que hemos conocido, que la JEP propone calificar el secuestro y asesinato del gobernador de Antioquia y el comisionado de paz como un “secuestro con fines de canje”. Esta definición acepta la limitada versión que los perpetradores han pretendido que se imponga sobre este crimen, y como en tantos otros casos, les permita minimizar la gravedad de esa acción premeditada y de su daño.
La versión manida de que las acciones de la guerrilla obedecieron a un plan para engañar y secuestrar al Gobernador de Antioquia y tenerlo como un “canjeable”, a pesar de ser ya un crimen de guerra y lesa humanidad abominable, no le hace justicia a la verdad, que es aún más cruel. Las Farc no tenían ningún plan específico para secuestrar al Gobernador de Antioquia; lo que sí planeaban y ejecutaban constantemente eran acciones para aterrorizar a las poblaciones y en ese contexto, pisotearon hasta el acto más valiente y generoso que se les ofreció en toda su historia de guerra, como lo fue la Marcha de Noviolencia y Reconciliación con Caicedo. Una marcha en la que más de 1000 caminantes, durante 5 días, repetían paso tras paso, que su voz no se alzaba contra los violentos, sino contra los actos violentos de todo origen.
Al secuestrar al Gobernador y el Comisionado de Paz que lideraban esa Marcha Noviolenta y al prohibirles la llegada a más de mil marchantes también desarmados y cansados después de recorrer aproximadamente 100 kilómetros, lo que las Farc cometieron allí fue un acto mucho más grave que un secuestro colectivo. Múltiples tipos penales se sumaron allí en esta acción intencionada y terrorista contra la Noviolencia, que se agravaron con el paso de más de un año de cautiverio en el que toda clase de voces nacionales e internacionales se sumaron al clamor por su liberación, y terminaron tocando fondo, aunque pareciera imposible, con el cumplimiento con crueldad y alevosía, de la orden de masacrarlos si se intentaba un rescate, como efectivamente lo hicieron con ellos y ocho miembros de la Fuerza Pública a los que se unieron durante el cautiverio. Todos ellos se encontraban en estado de total indefensión y fueron acribillados y rematados. Tampoco es aceptable que los victimarios se escuden en que actuaban en medio de la barbarie de los tiempos, para disminuir su culpabilidad. No es posible que no supieran exactamente lo que estaban haciendo, cuando sostuvieron este ataque a la Noviolencia por más de un año.
Se oculta así a la Historia, a las nuevas generaciones y al movimiento global y colombiano de Noviolencia, la justa apreciación y comprensión de la magnitud del daño ordenado por el Secretariado General de las Farc y ejecutado por el Bloque Noroccidental de ese grupo.
Guillermo Gaviria Correa era padre, esposo, hijo y hermano. En su familia acompañamos su decisión de dar todo de sí para guiar la construcción de una Antioquia Nueva, pacífica, equitativa, justa y en armonía con la naturaleza. Asumió su compromiso con los antioqueños con enorme responsabilidad y alegría de servir. Guillermo es uno de los grandes orgullos de esta familia que ha sido formada para sembrar futuro y construir esperanza, pero respetando el Estado de Derecho.
Como estudioso de los principios, valores y métodos de la Noviolencia, Guillermo reconoció y abrazó el sueño y los esfuerzos de centenares de miles de antioqueños que se convocaban en distintas organizaciones comunitarias y de la sociedad civil para resistir a las violencias de guerrillas, paramilitares y miembros corruptos de la Fuerza Pública. Alcaldes, comunales, pequeños empresarios, sacerdotes y comunidades religiosas y cívicas, sumaban su clamor por el cese al conflicto armado, por el respeto a su existencia y sus proyectos de vida.
El Plan Congruente de Paz, la Planeación Estratégica Situacional y los Programas Bandera (Maná, Viva, RIA), representaban su ímpetu de transformación mediante acciones de convivencia, equidad, concertadas con las ciudadanías y que siguen dando frutos y protegiendo vidas.
La Marcha del Ladrillo a Granada, la Marcha para romper el cerco de hambre en Dabeiba, la Quinta Conferencia Mundial de la Noviolencia y la organización de la Marcha de la Noviolencia en Solidaridad y Reconciliación con Caicedo, nos quedaron como el ejemplo de su presencia solidaria con ciudadanos y municipios dolidos por la violencia que intentaban rutas por la paz.
Guillermo y Gilberto eran representantes de un departamento y líderes de la transformación pacífica y profunda que Antioquia y Colombia buscaban, desmontando cualquier excusa para justificar la lucha armada. Reclamamos, porque es lo verdadero, reconocer su secuestro y asesinato como acciones intencionadas que más allá de pretender canjearlo o acabar con su vida, tenían la clara pretensión de quebrar las voces más fuertes, los pasos más firmes que se han dado en Colombia por la Noviolencia.
En 2021, con los caicedeños, recibimos a la Comisión de la Verdad y a algunos miembros del antiguo secretariado de las Farc en un acto de reconocimiento de verdad. Esa ciudadanía amada y nosotros, nos dispusimos generosos a abrir las puertas del Municipio y de nuestros corazones a quienes tanto daño nos hicieron. Allí les entregamos las preguntas que nos han acompañado por todos estos años y les ofrecimos el inmenso dolor que instalaron para siempre en nuestras vidas. Esperábamos al menos conmoverlos, como el primer paso en su proceso de arrepentimiento y verdadera recuperación de su dignidad y su paz. En cambio recibimos un reconocimiento ensayado como quien ensaya un discurso sin entenderlo.
La verdad que ahora nos proponen las Farc y nos ofrece la JEP no nos satisface. Las perspectivas de reparación y no repetición, sobre todo para las comunidades que más sufrieron de sus atrocidades, mucho menos. De los territorios nunca se fue la violencia y ahora son de nuevo cada vez más frecuentes las denuncias de secuestros, mujeres víctimas de violencia sexual y jóvenes, niños y niñas sometidos a reclutamiento forzado. La justicia transicional bien puede concentrarse en la reparación eficaz y la no repetición, pero si esto no se cumple, entonces simple y llanamente no hay justicia. Nos sobran razones para temer que los máximos responsables serán relevados de la obligación de ofrecer tiempo, esfuerzos y capacidades en hasta los más simbólicos actos de reparación a los que finalmente se les sentencie.
Por este motivo, la familia Gaviria Correa y los hijos de Guillermo Gaviria Correa, hemos decidido no participar en este acto de reconocimiento y emitimos nuestra voz de protesta, con la esperanza de que al menos sirva para generar una reflexión ante los magistrados de la JEP y los firmantes de las FARC, que les lleve a entender que es necesario mucho más rigor y compromiso de su parte para cumplirle a quienes causaron tanto dolor.
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