10 Sep El Jardín Botánico, una inmensa librería
Como por arte de magia la exuberante hermosura y colorido de las plantas aromáticas, enredaderas y de flores del Jardín Botánico de Medellín se transformaron en libros de todos los tamaños, colores y temáticas, para darle vida a la 18 versión de la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín, que avanza esta semana hasta el domingo.
Y más que transformarse la fresca naturaleza está conviviendo durante una semana con miles de publicaciones que se están exhibiendo por las casas editoriales instaladas a lo largo de la calle interna en círculo del jardín-librería en puntos de venta, estantes, kioscos o tiendas tipo carpas.
A la entrada de la enorme librería natural, cuyo acceso es gratiniano, el visitante o potencial comprador o turista tiene la opción de comenzar el recorrido por los grandes estantes a la derecha o a la izquierda de la vía circular.
El lunes, después de no asistir durante varios años a la cita con los gratos amigos que son los textos, me fui a loliar por los puestos, junto a una confidente compañera de vida, y comenzamos a caminar hacia el lado derecho, con la ironía muy charra, cómica y curiosa que el primer quiosco fue lo más izquierdoso que no veía desde aquellas épocas libertarias de la U. de A., cuando queríamos cambiar la sociedad a punta de sueños y piedra.
En esta tienda denominada Conocimiento Crítico se leían títulos de libros que nos transportaron a los tiempos que nos queríamos tragar el mundo.
Vitrineamos libros como Historia a muchas voces del comandante papito Carlos Pizarro a 130 mil pesitos, o la Emancipación de la mujer de Lenin tan de moda hoy con el gremio de las empoderadas que ya no se les puede coquetiar porque te demandan. Peor para ellas.
O la Comuna de París del tremendo medio campo conformado por Marx, Lenin y Engels.
Mejor dicho, un puesto de pura filosofía y política, que parece que me persigue a todas partes.
Ese fue el comienzo de una larga loliada por estantes de editoriales muy variadas, como aquella que vendía libros indispensables para una sociedad en cambio.
Y otro local que llamaba la atención con su promoción de un libro por 30.000 o dos por 50.000 pesitos.
Otros baratillos más adelante exhibían en especie de torres la bonita y bien reeditada colección de libros muy conocidos de la Editorial Negret Books sobre la Vorágine, el Diario de Ana Frank, Antología de Édgar Allan Poe, sobre Drácula y Frankenstein.
Pero ese lunes de septiembre el Jardín Botánico no solo fue una inmensa librería, sino también una guardería, escuela o colegio, pues cientos de niños o jóvenes estudiantes le inyectaron alegría a la Feria con su presencia, voces y gritería. Unos en fila y otros en desorden caminaban y corrían entre los adultos preguntando de todo a sus maestros y maestras. Además, que un inmenso Don Quijote en metal se robaba las miradas de los pelaos y de los mayores que se hacían tomar fotos a su lado.
El tradicional y bello Orquideorama se convirtió en la sede de las grandes y conocidas editoriales como Planeta y se notaba algún interés por los libros sobre la ya trillada mafiosa Griselda y al ladito sobre Álvaro Uribe que no podía faltar.
Ya por el lado izquierdo del redondel del jardín librería o biblioteca, dos frases nos impactaron en el fuero interno, y que se leían en dos puestos contiguos.
Una de ellas de Malpensante que decía “Piensa mal y acertarás”, pero la otra nos estremeció al leer “Tanto sufrir para uno morirse”, y que están vendiendo en un pequeño libro de poemas del gran Miguel Hernández.
Mitigamos el hambre con una excelente combinación de tamal paisa y tolimense, más dos empanadas argentinas y un heladísimo jugo de caña de azúcar o guarapo.
Y luego de mirar por algunos de los salones, de tomar cafecito gratis en el amplio estante de Comfama, donde había una conferencia como importante, pero aburridora, le pusimos epílogo a la loliada editorial, para concluir con un poco o mucha tristeza que había más gente leyendo su celular que un libro.
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