Una crónica de 42KM y de 4 horas

El amanecer del domingo fue un contraste con el agradable clima que reinó durante todo el sábado, en la víspera al estupendo espectáculo humano, de integración de hombres y chicas con sus llamativas vestimentas atléticas, con un panorama de diverso colorido, con una ciudad para el ser humano y no para la contaminación automotor, que es anualmente la siempre esperada Maratón Ciudad de Medellín.

El primero de septiembre se estrenó desde las tres de la madrugada con una tempestad que se fue extendiendo hacia las 5:30 a.m. hora de partida de la gran prueba de fondo del atletismo de 42k, lo que condujo a los organizadores a postergar la partida 10 minutos hacia las 5:40 cuando afortunadamente comenzó amainar un poco la lluvia.

Todavía a oscuras y lloviendo salí de la urbanización en Santa Mónica en la bici todoterreno para apostarme en la avenida 80 al frente del Éxito de la América – Laureles para esperar el paso de los maratonistas y acompañar desde allí el desafío del hijo Luis Miguel de correr por primera vez los complicados 42K, luego de una preparación previa muy seria junto al equipo Amor Al Cardio que orienta Julián Navarro, quien años antes estuvo vinculado al equipo de trabajo del hoy senador Nicolás Albeiro Echeverry.
Desde niño la eterna Yiya y yo inculcamos a Luismi la práctica deportiva primero en patinaje, natación, con clases de fútbol, ciclismo en el velódromo y tenis de mesa en madrugadas que complementábamos con el semillero de inglés en la U. de A.

Participó en casi todos los Clásicos Infantiles de Ciclismo de EL MUNDO, donde yo trabajaba y luego que fue creciendo seguimos ambos saliendo en bicicleta a medianos y largos trayectos en Medellín y en Rionegro.

Cuando se creó la Maratón Ciudad de Medellín nos inscribíamos en los 5K que hacíamos, recuerdo, en 45 minutos. Luego ya en su juventud se le midió a los 10K y entre los 20 y los 30 años comenzó a correr la media maratón de 21K tanto la de Medellín, como la de Cartagena y hasta la de Miami, así como varias carreras que se programan en la ciudad para fomentar la salud, entre ellas la de la Rosa para advertir los peligros del cáncer de mama y que disputa en tributo a su eterna mamá Yiya, víctima de esa maldita peste.

Los atletas de élite pasaron a gran paso al lado mío en la 80 y era el aviso que ya venía bien atrás el grueso de los atletas recreativos que en más de 5.000 se registraron para desafiar la maratón.

Como a las 6:20 a.m. apareció Luismi junto a Julián y a Velandia otro compañero del equipo de atletismo y desde allí los fui acompañando en la bici en un amanecer muy gris, pero fresco y mojado para enfrentar la dura prueba y más para Luismi quien durante la semana previa se vio afectado de un cuadro gripal y se le escuchaba toser mientas avanzaban los tres rodeados de miles de decididos atletas, entre ellos muchas mujeres y de todas las edades. Definitivamente es un hecho el empoderamiento atlético.

Recorrimos la 80 hasta la glorieta del Centro Comercial Arkadia, para girar allí hacia La 70 y retornar a la calle 30 y bajar por ella hasta el Río Medellín que cruzamos en el puente de Punto Clave y por una de sus orejas avanzar hasta el imperio del GEA que es el descrestante edificio de Bancolombia.

A lo largo de esos primeros 15K al lado y lado de la vía fueron apareciendo alegres y bulliciosas papayeras o grupos musicales, contratados por la organización, que le inyectaron festejo al ambiente deportivo y dicha a los atletas, los cuales eran ovacionados por grupos familiares que se asentaron en el recorrido exhibiendo pancartas de ánimo y otras muy simpáticas como aquella que advertía “córrele mijito que lo alcanza la ex”. Jijiji.
Del reino del GEA había que ir y volver hasta Monterrey, pero por un ladito de la vía regional, para empalmar con la vía de los Industriales, llegar nuevamente a Monterrey y seguir por Las Vegas, pasando por Envigado e ir hasta su larguísimo final en Sabaneta y retornar por esta misma arteria hasta el Edificio Inteligente de las EPM, donde se leí la anhelada palabra: “META”.

El servicio de hidratación con aguas, refrescos Gatorade, la entrega de bocadillos para subir las calorías, con duchas y baños públicos fue excelente en todo el trayecto.

A su paso por el Viva de Envigado y al frente del barrio El Portal, Luismi recibió el cariño de su esposa Natalia y de sus familiares chavistas con Gloria a puro pulmón gritando “Vamos Luismi”. Y por Sabaneta el aliento de las hermanitas Sierra, hoy un enorme aliciente para nuestra viudez.

A los 30K las piernas del hijo comenzaron a sentir los efectos del ácido láctico o la fatiga muscular y sus dos compañeros se adelantaron y yo desde la bici lo estimulaba a no desistir en su desafío de los 42K.

Restaban 5K y caminó unos metros para estirar las piernas y volvió al trote y empujado más por su orgullo y las ganas de vencer la distancia cruzó la meta. Reto cumplido en 4 horas y 28 minutos. Yo estaba más feliz que Luismi, pero ambos quedamos de cama después del esfuerzo. Valió la pena, la medalla de los 42K la vamos a enmarcar. Y ya se inscribió para la Media Maratón de Miami en enero del 2025 y allí esperamos estar presentes.

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