Lucas Cañas interpretó muy bien el momento político de Medellín.

Corto pero muy sustancioso fue el discurso este sábado 4 de diciembre del abogado conservador Lucas Cañas Jaramillo al asumir como nuevo presidente del Concejo de Medellín.

Y lo fue porque sin rodeos y sin carreta dijo que pese a que con algunos concejales tiene profundas diferencias, distancias marcadas por la vida y el tiempo, aun así se siente orgulloso de ese momento y de ese lugar, “porque la historia con cada uno de nosotros tiene un propósito y una misión, la diferencia es el signo de nuestro tiempo y el reto más importante que tenemos por Medellín, sin cambiar lo que somos, es construir puentes para la unión, porque los enemigos comunes cada vez ganan más espacio en la ciudad, que son la violencia, la exclusión, la falta de acceso a la educación superior, la xenofobia, el sectarismo y el miedo”.

Lucas Cañas le dijo que sin duda los concejales son distintos, pero que cada uno de ellos tiene una cosa en común y es Medellín y su gente, que debe ser el propósito superior.

“La democracia me ha enseñado que no es gritando, que no es señalando, que no es politizando la justicia como vamos a resolver los problemas de Medellín, esas acciones y ese proceder, que se viene normalizando lamentablemente ha enrarecido el panorama de la ciudad y el país, nos estamos despedazando y estamos desistitucionalizando el país, ya nadie cree en nada, ni en nadie, ni en los políticos, ni en los partidos, ni en los independientes ni en los alternativos, ni en la justicia ni en los jueces y mientras tanto el ciudadano de a pie parece hundirse, en la desconfianza, y en un día a día, donde la economía del país y de la ciudad no ofrece alternativas de cambio y de progreso con  equidad y bienestar, el ego de los políticos, de nosotros los políticos no nos permite ver más allá”.

Y seguidamente se preguntó ¿Mientras tanto la ciudadanía de Medellín qué?

Pues lamentablemente inmersa en la división y la disputa, en la revancha y el codazo. “Señores seguramente hay posturas irreconciliables, pero sacrificar a la ciudad, no es lo justo y lo correcto. Yo no pretendo imponer un estilo, ni más faltaba, invito a la unidad, desde la diferencia, la democracia advierte mecanismos y caminos, no apelemos al cinismo, ni al egoísmo, no hay tiempo para la bajeza, es el tiempo de la sensatez y la inteligencia, Medellín desde siempre ha emprendido muchos caminos, nos hemos enfrentado a la violencia, al dolor y la muerte, la resiliencia nos ha permitido vernos y reconocernos, hombres y mujeres de Medellín, desde cada espacio y rincón de la ciudad, han salido a defender derechos y a luchar por ellos, desde el arte, la cultura, la libre empresa, desde el campo y sus corregimientos, nuestra gente no se arruga, lucha, se defiende, hemos tenido que pasar por muchas cosas y ahí estamos, firmes y erguidos, en defensa de la vida y la libertad, en defensa del orden legítimo, no el propiciado por la fuerza y la violencia, sino a partir del orden de la creatividad y la inteligencia, para superar las diferencias”.

Finalmente formuló una invitación serena a todos los sectores del Concejo que hoy representan de alguna manera a la ciudad, a conversar de y por Medellín, a concertar y construir juntos, lo que no significa ocultar los problemas ni minimizarlos, significa poner las cosas en sus justas proporciones.

“Ni el alcalde es hoy el responsable de todo lo malo que le ocurre a Medellín, ni nosotros somos la solución a todos los problemas, también soy consciente que muchos de ustedes no están de acuerdo conmigo, lo que no está bien es ser mezquinos”.

Y remató con esta cita de Stefan Zweig, en un apasionante alegato contra la intolerancia de Castellio contra Calvino: “Las consignas, los pretextos cambian, pero los métodos de calumnia, el desprecio y el exterminio son siempre los mismos”.

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