01 Sep En honor a Guillermo Mejía se debe publicar su último libro
* Y sigue adelante la creación del premio Guillermo Mejía a lo mejor de la política en Antioquia
Volver este sábado a la finca La Quinta del Rio fue una ocasión colmada de muchos recuerdos, bastantes lágrimas y profundas nostalgias por todas las vivencias, enseñanzas, crónicas, tertulias, comidas y licor, piscina y sol al lado del inolvidable amigo y permanente guía en mi labor periodística el grande de Guillermo Mejía Mejía.
A instancias de una invitación de su hija mayor María Clara volvimos a ese delicioso y campestre espacio en los bosques de Sopetrán en el ardiente Occidente paisa por estar muy cerca de las aguas del Bredunco como le decían los indígenas al Rio Cauca en su paso por esta subregión antioqueña.
Los Mejía Mejía, los Mejía Escobar y las otras ramificaciones familiares son muy católicos y María Clara quería celebrar ese 30 de agosto su cumpleaños no solo reuniendo a los más cercanos familiares y amigos de su progenitor, sino también con un almuerzo, tertulia y una misa católica para recordar a su entrañable padre, quien acudía o era infaltable todas las semanas a esos oficios religiosos, pues pese a su fuerte formación política liberal, era un fiel creyente, además de ser el mejor cronista de la historia de la religión cristiana que tuve la fortuna de conocer, mucho mejor que esos profesores de religión de las épocas estudiantiles a los que no les entendía nada e inclusive mejor que muchos curas, como el que ofició ese rito dentro del quiosco en el cual tantas veces Guillermo y yo nos quedamos casi hasta la madrugada mejorando el mundo.
Además de la atractiva hija, quien fue modelo en sus años juveniles, se congregaron en ese paraíso campestre rodeado de altos árboles y mucho verde por todas partes la primera esposa de Memo, también de nombre María Clara, su hijo abogado Juan Guillermo y su esposa Diana Carolina Ruiz quienes vinieron desde Bogotá, los excelentes conversadores Óscar hermano de Guillermo y quien ha sido alcalde y notario, Pelón o León Jairo el sobrino que lleva muchos años ejerciendo en el Municipio de Medellín donde es un verdadero experto en temas de hacienda pública y el primo Carlos Alberto, El Pájaro y propietario de los muy deliciosos puestos de comida Punto Caliente, además de otra familiar, un directivo de la parcelación, el cura Hildebrando de la parroquia Los Córdoba, en Sopetrán, y allí estaban para saludar y abrazar a los mayordomos de la finca los queridos y amables de Óscar y Estela y los hermosos y vibrantes perros Kira, Dona y Dogo. Con ellos compartimos desde el ardiente mediodía hasta la vespertina cuando nos regresamos para Medellín acompañado de la llavecita doña Elsy.
La misita fue muy participativa entre el grupo de asistentes y siempre alrededor del legado y la memoria de Memo, de quien resaltaron una característica que siempre lo identificó: su generosidad para con los demás.
Este afectivo reencuentro con el reciente pretérito de tantas jornadas finqueras que aún tenemos muy frescas en la memoria, nos permitió saber que de los nueve hijos del matrimonio del educador Gilberto Mejía y de la ama de casa Ester Mejía, los padres de Guillermo, solo quedan dos.
Fallecieron mi llavecita el Flaco Jaime Mejía, Germán, Pepe o José María, Luz, Gilberto y este año Memo y hace pocos días Olga. Sobreviven Óscar y Margarita.
Y por fin pude develar la pregunta que muchos de los amigos de Guillermo nos hacíamos por su tan inesperado y abrupto final de vida, que por orden de él mismo fue un absoluto misterio y solo conocieron muy pocas personas.
Desde principios de este año, como en febrero, le detectaron un granito, un quiste o un tumorcito en un riñón, que después de varios exámenes debía ser tratado con todos esos procedimientos oncológicos que Guillermo odiaba y no creía y sobre todo tras ver muy cerca los casos de mi Yiya, César Pérez Berrío y su hermana luz.
Pues fiel a sus convicciones sobre esos tratamientos, se abstuvo de martirizarse y por eso esa malanga cancerígena avanzó, hizo metástasis en la columna vertebral, de ahí los dolores de junio en la espalda y su rápido deceso en el Cementerio Las Américas, no clínica, dizque por una crisis pulmonar, para morir como lo describió María Clara: “Se fue quedando dormido, con su rostro todo rosadito y lindo”.
Por eso doña Elsy me recordó el sábado lo que alguna vez de este año le dijo Alejandra, su viuda, que “Guillermo se me enfermo”, pero no le entendió que le quería decir.
Tras la misa y en el almuerzo y en una tertulia en el quiosco de tantas historias y relatos de Memo, fue la ocasión para rememorar variadas y simpáticas anécdotas de vida de los Mejía Mejía sobre la existencia de Guillermo. Fueron momentos en que gozamos de simpáticas ocurrencias que nos hicieron reír mucho y que hacen resaltar la productiva vida de un gran y culto ser humano.
Por eso el llamado o reclamo que hacemos desde Panoramapolítico.co, al cual tanto contribuyó Guillermo Mejía, es que es justo como un homenaje póstumo a su legado y contribución a la política, se publique el último libro que alcanzó a escribir meses antes de su fallecimiento y que es una amena y reveladora novela que servirá como radiografía de lo que fue la política liberal desde los años 80 en adelante en Antioquia.
En ella con gran precisión por la historia y los hechos, aunque se cambian los nombres por respeto a las familias de los personajes que la vivieron en forma real, se desarrolla una trama que cuenta como se mataron dos guerristas, un jaramillista y un federiquista en un pueblo de Antioquia y que no fue, como podría pensarse, por rivalidades políticas, sino por una hermosa mujer.
Guillermo Mejía la tituló “Los amores de Selene”, que por su cariño a esa universidad debería ser publicada y promocionada por Ediciones Unaula, la cual ya le había editado su exitoso libro “Régimen jurídico de las elecciones en Colombia”, uno de los más vendidos por esa casa editorial universitaria.
La verdad que es una novela que causaría mucho revuelo y que ayuda a entender lo que era la política liberal en Antioquia, enmarcada en un municipio de su comarca.
Y junto a la colega Claudia Posada trabajamos en la idea de crear e institucionalizar el Premio Guillermo Mejía Mejía a lo mejor de la política anual en Antioquia, con base en los postulados con los que la engrandeció en vida. Para ello queremos invitar a los amigos de Guillermo como Armando Estrada, Carlos Arturo Piedrahita, Mauricio Zuluaga, Tatiana Gutiérrez, Jesús Rafael Fernández y a su hijo Juan Guillermo Mejía a que nos contribuyan con esta idea y a empresas que la auspicien.

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