15 Jul El Piso Ocho
OPINION
Por: Jaime Humberto Vargas Tovar
(Optómetra, experto en salud pública y pensionado del SSSA)
Coincidiendo con mi llegada a Antioquia en el año 1987, para ese entonces el Servicio Seccional de Salud estaba recién trasladado a la imponente sede administrativa departamental en el complejo de la Alpujarra en el piso ocho. Esta ubicación hizo tanta carrera que las personas externas e internas se referían con este nombre de piso ocho a la Seccional de Salud. Treinta y ocho años han pasado desde la Seccional de Salud a la hoy Secretaría de Salud e inclusión Social. Mal contadas han sido unas seis reestructuraciones administrativas durante estos años que han permitido que la Secretaría de Salud se adecúe a la estructura provocada por cambios en la norma, la competencia o por un capricho administrativo del gobernante de turno. La pregunta obligada ¿ha sido para bien? Intentemos llegar a una respuesta intencionalmente objetiva.
Una de estas reestructuraciones sino la más radical fue la implementada bajo el gobierno departamental de Álvaro Uribe Vélez en el año 1995. En ese momento la planta de la Secretaría incluía el personal de los Hospitales y equipos técnicos regionales y buena parte de los hospitales municipales, lo que hacía que la nómina se acercara a los cuatro mil empleados. Sólo la planta de conductores era conformada por 70 personas con igual número de vehículos. Basados en la Ley 60 de competencias y recursos y la Ley 100 de 1993, se realizó una poda burocrática, pasando de cuatro mil empleados a unos 500 dependiendo del nivel central.
El recurso humano de los hospitales locales fue entregado a los municipios, se liquidó el servicio propio de transporte y los equipos regionales fueron reubicados algunos a nivel central en el piso ocho. El personal de Arquitectura Hospitalaria y el de Infraestructura Sanitaria fue liquidado e indemnizado, en virtud a que la Secretaría perdió esa competencia en el diseño y construcción de hospitales, acueductos y similares.
En gracia de discusión podemos decir que la radical reforma tenía su razón de ser en la excesiva burocracia, sólo en el piso ocho había oficina de atención médica, epidemiología, programas especiales, trabajo social, enfermería, odontología, salud mental, salud ocupacional, programa aéreo y nutrición, cada uno con no menos de quince personas. Sostengo que a partir de tan radical reforma inició un período de decadencia en la rectoría de la salud en Antioquia, pues acabó con la principal cantera de salubristas y epidemiólogos de los equipos técnicos regionales, quienes después de una carrera en ascenso desde el nivel local como rurales y después de planta, llegaban algunos al piso ocho con los más altos pergaminos en formación y experiencia.
Vinieron otras reestructuraciones que fueron perpetuando algunos errores de las pasadas y que hacen que hoy la Secretaría haya perdido su papel protagónico y de referente en el concierto nacional. Desde la década de los ochenta y albores de los noventa, el Servicio Seccional de Salud de Antioquia, tenía el mejor equipo de profesionales salubristas del país, los programas especiales hoy de salud colectiva, eran coordinados por expertos en cada una de las áreas de intervención. Cada programa tenía un manual de normas técnicas y administrativas que eran emuladas en el nivel nacional.
De igual forma se disponía de una oficina de epidemiología conformada por experimentados epidemiólogos apoyados por hábiles estadísticos y profesionales en sistemas. La Revista epidemiológica de Antioquia, era una publicación cuatrimestral indexada internacionalmente que incluía todas las novedades epidemiológicas, además de las investigaciones desarrolladas en su mayoría por personal científico adscrito al Laboratorio Departamental de Salud Pública, el cual tenía una cómoda y funcional sede propia en donde laboraban alrededor de 120 personas. Se publicaba así mismo un boletín epidemiológico mensual para dar información actualizada y en caliente del comportamiento de los eventos de notificación obligatoria.
Uno de los programas bandera en los años noventa era el de Maternoinfantil, el cual era apoyado por la Agencia de cooperación del Japón JICA y que dejó en su momento una gran capacidad instalada en muchos hospitales. Algunos de los funcionarios del nivel central, regional y local hicieron pasantía por Japón para mejorar sus destrezas clínicas y administrativas en el manejo del binomio madre e hijo.
El Programa Aéreo de Salud, PAS, estaba conformado por dos equipos hoy llamados básicos de salud y que con el apoyo de dos helicópteros hacían presencia mínimamente una o dos veces al año de manera rutinaria en las comunidades indígenas y campesinas de las áreas más dispersas del departamento. La llegada del PAS era motivo de fiesta, regocijo y bienestar en las comunidades que atendía. Tenía así mismo reconocimiento nacional a través de la presencia humanitaria en desastres naturales como el terremoto del eje cafetero y en la liberación de los secuestrados de La Iglesia La María en Cali, entre otros.
La Oficina de Comunicaciones estaba conformada por un grupo de comunicadores y periodistas que dominaban el lenguaje de la salud pública. Cada programa de salud pública tenía un comunicador asignado, haciendo un verdadero acompañamiento al trabajo en los municipios, eran comunicadores de territorio y no de escritorio. Se disponía así mismo de un programa de televisión ligado a un plan de medios, el cual permitía estructurar una estrategia de información, educación – IEC – coherente y persistente en el tiempo para cada programa.
Esta estrategia de IEC fue pulverizada cuando un gobernador muy educado se le ocurrió la genial idea de centralizar las comunicaciones en el piso Doce, creyendo
que el que maneja la información maneja el poder, postulado cierto en lo político, pero fatal en salud pública, pues sepultó una de las fortalezas que se tenía en el Piso Ocho. A partir de entonces todos los Gobernadores han perpetuado este adefesio.
La independencia administrativa, financiera y jurídica de la estructura de gobierno departamental hacía que se contara con personal suficiente de planta y de amplia experiencia y trayectoria en lo público y específicamente en el sector salud. Los planes de asesoría y asistencia técnica a los municipios y hospitales eran rigurosamente planeados y no se cruzaban entre direcciones, pues se trataba de hacer acompañamientos integrales en temas técnicos, administrativos, financieros y legales los cuales determinaban unos planes de mejoramiento supervisados por los equipos técnicos regionales.
Son innumerables los retrocesos que se pueden narrar y vemos como hoy en la planta de la Secretaría hay más contratistas que empleados vinculados, los cuales llegan no por meritocracia sino por la más fina bolígrafocracia del visto bueno a la hoja de vida en el Piso Doce.
Hoy los programas de salud pública están debilitados, se salva de pronto vacunación, el cual ha sido mantenido por tres titanes jubilables que llevan más de ciento diez años de trabajo conjunto con el programa ampliado de inmunizaciones. Hoy no tenemos una estructura potente de epidemiología ni de programas especiales, no producimos conocimiento, no publicamos nada y no hacemos o promovemos investigación.
No entiendo porque se insiste en revivir o mantener una estrategia exitosa en su momento, los equipos técnicos regionales fueron modelo de complemento y acompañamiento al nivel territorial y hospitalario. Hoy son un grupo heterogéneo de cuotas políticas que no encajan en la estructura y son ruedas sueltas en su andar. Igual sucede con la estrategia de Atención primaria en salud, la cual cambia de enfoque y sistema de contratación periódicamente, pues los contratos de prestación de servicios no duran más de cuatro o seis meses, cuando hay que someter nuevamente al personal contratado a la ratificación del bolígrafo del Piso Doce. Es como si en Antioquia la salud pública saliera a vacaciones cada cuatro meses.
El actual Laboratorio Departamental de Salud Pública es una degustación frente al poder y referencia que ostentó en el pasado, si bien hubo un intento de fortalecerlo durante pandemia, vive de arriendo en arriendo y soportando solo las pruebas básicas de salud pública y de control de calidad.
Qué decir del otrora orgullo que representaba el Programa Aéreo de Salud, el cual se le cambió el contexto a social para facilitar la utilización de las aeronaves en misiones civiles, Hoy tenemos unos excelentes pilotos que cobran por estar en tierra y un helicóptero y un avión con un alto lucro cesante. Ya es hora que se tome la decisión de venderlos y contratar vuelos chárter cuando se requieran, lo cual sale mucho más barato y costoeficiente.
La Oficina de Comunicaciones se limita a realizar acompañamiento al desarrollo de algunos programas de manera tangencial y contingencial y a la toma de fotos sociales para subir al Instagram. No hay una estrategia de IEC o un plan de medios coherente, consistente y persistente en el tiempo. La red de Twitter hoy X, dejó abandonados 31.533 seguidores en descenso, con información del periódico de ayer. Su última publicación fue el pasado 10 de febrero.
Como no quiero escribir desde el desconocimiento, no me refiero expresamente a las Direcciones de Factores de Riesgo, Calidad y Red y a Prestación de Servicios, pero me atrevería a pensar que por la inestabilidad de los directores y a que están cobijadas por el mismo sistema de contratación por cuotas, el perfil de algunos contratistas no responde a los requeridos para una importante tarea de rectoría y vigilancia. Lo que si es cierto es que hoy al Piso Ocho, ya no se llega a enseñar, sino a aprender, invertimos el esquema.
Finalmente, injusto sería atribuir esta decadencia a la actual administración, repito esto ha sido un cúmulo de desaciertos que vienen desde hace más de 25 años y que se afianza más en cada administración, esto sin ser ajenos al desorden y caos del sistema de salud en el concierto nacional que tampoco es nuevo y nos referiremos en una próxima columna.
Creo responder que no ha sido para bien

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