15 Jun Un viernes por El Peñol y Guatapé descansando de la política
No iba a Guatapé desde antecitos de la pandemia y cuando junto a mi amada Yiya comenzamos a luchar contra su cáncer de seno, que tres años después nos ganó la batalla y hoy viaja y sigue viva en la eternidad permanente de mi memoria y recuerdos.
Este viernes 13 de junio regresé a estos dos municipios aceptando una invitación del peñolero Óscar Valencia, excompañero del recordado y malogrado por no estar en manos periodísticas diario EL MUNDO, porque no siempre el poder da conocimiento. Óscar además es el artista más cercano que conozco porque para mi es un gran dibujante, retratista, pintor, diseñador gráfico y digital y con dotes de arquitecto y publicista.
Los dos nos fuimos a pasear junto con la grata compañía de doña Elsy Sierra, quien hoy nos ayuda a disfrutar la existencia con su talante cariñoso y de gran dama, y con su compinchería. Pero es templadita.
Óscar, nativo de la región, fue un guía perfecto para recorrer nuevos sitios a los cuales, en tantas veces que he visitado a El Peñol y Guatapé, nunca había estado.
Pero hubo dos detalles que nos colmaron la atención a Elsy y a mí. La cabaña del hermano profesor de Óscar pegadita a la represa, respirando paisaje, tranquilidad y aire puro. Y la transformación de Guatapé.
La última vez que estuve con la Yiya y el compadre Diego Botero, era el 2000, no entramos al casco urbano, sino que fuimos a visitar a Marlyn, a Jesse y a sus tres bebés por fecundación in vitro, y que habían adquirido una hermosa casa campestre en un condominio en la montaña al otro lado del malecón. Después estuvimos un rato conociendo el nuevo y bonito malecón y nos regresamos a dormir a la casa de Diego en Rionegro.
Pero este pasado viernes con la guía de Óscar recorrimos la nueva, agradable y turística zona urbana de Guatapé y quedé maravillado. Le compite a Santa Fe de Antioquia, a Jardín, a la encantadora Villa de Leyva y a Barichara.
Hace más de 25 años y como periodista de EL MUNDO escribí un artículo para un suplemento turístico sobre Guatapé y recuerdo que lo más representativo para mostrar de su casco urbano eran los zócalos de las casas.

Pero lo que vi el viernes es todo un destino turístico por todo lo alto. Varias de las calles adyacentes al parque central, que fue mejorado y tiene una vibrante actividad comercial, fueron empedradas, los zócalos no solo conservados sino pintados de alegres colores, se abrió al público una gran oferta gastronómica que se pelea los clientes, hay una calle llena de arte puro, exhibiendo grandes y medianos cuadros a la venta, existen numerosos locales de artesanías y de ropa de la región y obviamente resaltan las diferentes clases de ruanas y de prendas para el frío, la calle de las sombrillas les quedó muy atractiva con un escenario para conciertos en la mitad de esta muy visitada arteria.
En conclusión, la zona urbana me cambió completamente el Guatapé que conocía años atrás y de verdad es un muy ameno destino para paseantes nacionales e internacionales.
El acogedor malecón lo conservan en muy buen estado, la sequía del año pasado ya pasó y la represa no está llena del todo, pero se recuperó su agradable paisaje y también la actividad naviera.
El problema del parqueo de vehículos quedó solucionado con el inmenso parqueadero público que fue idea de la administración municipal y al fondo se observa la construcción del centro comercial cuyos principales inversionistas es un grupo de futbolistas colombianos que juegan en Europa como Cuadrado o ya retirados.
El lunar de la bonita y acogedora zona del embalse lo constituye el feísimo remiendo como en cal blanca con lo que taponaron el daño a la Piedra tras el derrumbe de roca el año pasado. Que manchón tan feo.
Y de El Peñol hay que decir que está muy grande, ha crecido o extendido en sus barrios.
Pero a diferencia de Guatapé su vocación no es el turismo con los bulliciosos visitantes, sino la producción de alimentos, el comercio y la tranquilidad de vivir en sus casas y en las fincas que rodean a este municipio.
Quizás el mayor atractivo turístico peñolero, es la réplica del viejo Peñol que se mantiene bien conservado allí junto a la cruz de la antigua iglesia inundada para dar paso al proyecto hidroeléctrico, en cuyo proceso tuvo protagonismo muy joven un tal Álvaro Uribe Vélez.
Quedamos de retornar a pasar un fin de semana en la cabaña del hermano de Óscar, desde la cual dan ganas de gozar de una larga jornada de descanso y tranquilidad de la alterada y quisquillosa política.
A la política retornaremos este lunes, luego de disfrutar otro Día del Padre sin la Yiya, pero junto a Luismi, su esposa y la familia Chávez Ramírez, para terminar en la vespertina en el Atanasio y ayudar al Rojo desde la tribuna a ganarle al Tolima y quedar finalistas a ver si en este primer torneo del año, se cumple el siempre anhelado “este año sí”.
Ojalá al DIM no le pase lo ocurrido al Cúcuta que tenía lista la clasificación a la final de la B y en dos minutos todo se fue al carajo para desconsuelo de don Jorge Chávez. Otra vez será.

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