Medellín, un cuadrilátero político

La batalla por Medellín; la ciudad es un volcán en erupción político; la lucha libre por el poder de la capital de Antioquia y tiembla la política en la ciudad son algunas de las expresiones que pueden fácilmente interpretar el agarrón, la trifulca, la asonada, el bochinche, la riña y la pelotera en el inmenso cuadrilátero de kickboxing en que está sumida la política de Medellín.

En política hay un axioma que casi nunca falla, “el que tira que espere que le tiren”, algo así como en el área de lo físico, con lo de acción y reacción. Pugilato al por mayor, una urbe contestataria, puños oratorios van y vienen. Mejor dicho, un gigantesco disturbio ideológico, de clases y de poderes.

En una esquina el gobierno del alcalde de la ciudad y en la otra los ricos o la pomposamente llamada clase empresarial antioqueña, con la cual ni Bernardo Guerra Serna en su momento y ni más recientemente Luis Pérez Gutiérrez con sus disputas y discrepancias con los cacaos del GEA se enfrentaron o la  desafiaron, tu a tu, como Daniel Quintero Calle, quien en un año y casi dos meses de gobierno ha estremecido muchas de los cimientos o las intocables estructuras de los que siempre han sido considerados los dueños de Antioquia y a quienes les metió la mano en el bolsillo en lo que más le duele, la plata, con la demanda de los 9.9 billones de pesos por el caso Hidroituango-EPM, en la que están involucradas dos de las insignias de la contratación en infraestructura de los potentados o la oligarquía paisa, como son Conconcreto e Integral. Mejor dicho, nadie había llegado tan lejos en ese desafío a los poderosos de la estirpe empresarial antioqueña.

Así se desarrolló el pandémico 2020 y no se esperaba que las cosas cambiaran en este nuevo 2021 porque desde muy temprano arrancó la revocatoria del mandato y no prosperó la conciliación en las querellas por las pérdidas del 2018 en Hidroituango y por su retraso en entrar en operación, lo que se calentó aún más con el reciente nocaut que el alcalde propinó a su gerente de EPM por no copiarle en sus directrices y supuestamente acercarse a la contraparte que lo quiere sacar del piso 12 del edificio de la Administración Municipal.

Rocky Uribe

La velada boxística estaba en todo su furor y un nuevo pugilista saltó al ring. Mano de piedra Álvaro Uribe atacó lanzando fuertes derechazos que casi noquean a Kid Daniel con la propuesta al Gobierno de Iván Duque que interviniera la “joya de la corona”. Pero Kid Daniel se paró rápidamente y contraatacó a todo el rostro del Rocky Uribe y lo tambaleó con el puñetazo de que esa intervención no era más que una expropiación al mejor estilo pendenciero del castrochavismo. Mareado, Uribe recibió otro inesperado jap en toda la nariz con la decisión de su presidente de responder que no se configuraban las causales para tomarse a EPM. Uribe quedó tendido en la lona con la mirada pérdida de la sorpresota que le propinó su dizque aliado de la Casa de Nariño.

Con razón en las tribunas muchos comentaban para qué Rocky Uribe, a su edad, retaba a un jovencito con todos los ímpetus y bríos de Kid Daniel, con quien se igualó y lo puso en todo lo alto del debate nacional y como figura pública colombiana. Uribe a quién le estaba haciendo el mandado. 

Promediando el combate entre los poderes, Kid Daniel se trenzó con la barra del GEA a más golpes al estilo Ruta N, Carla Cristina, la gerencia de EPM. El combate pinta muy rudo y nadie cede, nadie se arruga y menos se entrega.

Danny y rasta

Pero de pronto ingresaron al cuadrilátero más boxeadores y luchadores representando a concejales y diputados. Un nobel pugilista de la cuerda fajardista, Danny Duque, fue castigado por sus mentores por hacerle matoneo al mandatario, quien para sorpresa de muchos le dio una manito criticando esa censura y hasta tuteló sus derechos.

Pero desde una esquina del ring los peleadores del CD, sobre todo Manny Simón, reclamaban airadamente que les dieran otro combate extra para demostrar que sí tenían con qué darse a golpes con la administración, mientras Sugar Ramos esperaba su momento para entrar en acción y tirar a la loma a alcalde, lo que no ha podido, pese a lanzar golpes a diestra y siniestra.

De pronto en todo lo alto de las tribunas comenzó a sentirse un gran estruendo. Eran trece diputados paisas que animaban y rodeaban con su apoyo al mandatario de Medellín, mientras que otros trece miraban molestos desde sus asientos lo que hacían sus compañeros de corporación.

Como se acerca en marzo las temporadas regulares de sesiones del Cabildo Municipal y de la Asamblea de Antioquia, tanto concejales como diputados no están dispuestos a perderse las grandes emociones de la tenaz batalla por Medellín y es por eso que, desde ya, están tomando parte en uno de los dos bandos del combate, en contra o a favor de intentar noquear a Kid Daniel, quien no da señalas de agotamiento.

Con su pinta de pugilista rasta jamaiquino, el muy callado rastafari concejal Carvalho, quien desde el año pasado había amagado abandonar la coalición de gobierno, pero no la interna del Concejo, ni que fuera bobo, esta semana dijo por fin chau y muy molesto porque el alcalde está agarrado con los ricos de Medellín, a los cuales defiende desde que hacía parte de la cuerda de Fico, gran aliado del todopoderoso GEA.

Entre tanto, algunos medios de información, como Caracol Medellín, andan muy despistados dándole crédito a unos viudos de las curules del Concejo, que están desinformando que dizque los demorados magistrados del Tribunal Administrativo de Antioquia ya fallaron anticipadamente la noqueada de los tres concejales conservadores y la de los dos liberales de la ciudad por no cumplir la cuota de género en sus listas, lo que no es verdad, además porque en providencia fresquita del pasado 21 de enero la Sección Quinta Electoral del Consejo de Estado, con base en lo ya expuesto por la Corte Constitucional, acaba de dictar jurisprudencia que la cuota de género se debe calcular sobre el número de personas inscritas en las listas de partidos y no sobre  el número de cargos o curules a proveer, lo que cumplieron a ley esos dos añejos partidos, el rojo y el azul, además que ninguno de sus candidatos resultó inhabilitado previamente por el CNE, tanto hombres como mujeres, pues cuando se habla de cuota de género es para ambos sexos y no sólo para las chicas.

Pero cuando parecía que iba a ver una pequeña tregua en la pelea, pues ya varios tenían los ojos morados de tantos puñetazos, repuntó el heterogéneo combo de los ocho concejales del CD arreciendo en su ataque a Kid Daniel, anunciando una moción de censura contra la hoy muy mentada secretaria Privada, María Camila Villamizar, pero uppercut a la mandíbula que no tuvo ningún efecto porque según la ley se necesitan, para el caso del Cabildo de Medellín, once firmas para promoverla y solo tienen ocho, además que no pueden contar con los rebeldes de la Saldarriaga, Carvalho y Duque, quienes son más antiuribistas que Petro.

Y sonó la campana.

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